El gobierno intenta presentar a los diputados del SER como víctimas de la presión política, de sindicatos enviados por la oposición y de “operaciones” que no identifica, pero la verdad es que el error de cálculo de sus propios legisladores, postergó la aprobación del RIGI e hizo más compleja, desde ahora, la relación con los sindicatos.
El día jueves en la Cámara de Diputados se dio una situación inédita, atinente solo y exclusivamente a la mala praxis política del gobierno provincial la cual le impidió lograr el objetivo (aprobar el RIGI) en la Legislatura provincial, por cuanto no tienen (como hacía el kirchnerismo) “un Mazú” que “ordene la tropa”, piense y evite el papelón que pasaron los diputados del partido oficial y en su caída, se llevaron puesto al gobernador Vidal el jefe de los malos colaboradores que (para bien de los gremios presentes) no tuvieron “la cintura” política necesaria para urdir la maldad, tal como lo señala el manual del legislador maquiavélico, que el jueves, los diputados del SER sustituyeron por el manual del boludo.
Dos errores políticos
Los errores políticos cometidos por los diputados oficialistas e imperdonables para el gobernador como jefe de ellos, fueron muchos, pero fundamentalmente dos: no revisar el balance de fuerzas en las bancas de ese día, es decir, contar las manos que debían reunir para cumplir el objetivo: aprobar el RIGI sin importar lo que opinara la oposición, los sindicatos y la opinión pública, donde la negativa de la diputada Barrientos dejó al Ejecutivo en minoría.
El segundo error fue no haber dejado caer la sesión y esperar la del día 12, con el agravante de haber llamado a los sindicatos, involucrarlos innecesariamente con falsas promesas de revisión y peor aún, con la confección de un texto que al no tener estado parlamentario, no posee ningún tipo de validez (leer el mismo al pie de este informe).
No supieron manejar las opciones
Está muy claro que dentro de la Legislatura los diputados de Vidal no supieron manejar las opciones políticas y los mecanismos institucionales para lograr los objetivos propuestos. Y esto favoreció ampliamente a los sindicatos y complicó al propio gobierno.
Normalmente, el total de legisladores son 24. La relación de fuerzas es 11 de la oposición y 13 del oficialismo, contando los dos diputados de Los Antiguos y Perito Moreno que son del FPV y Vidal los compró para tener mayoría.
El jueves y debido a las discusiones y peleas internas en el Ejecutivo entre el Gobernador Claudio Vidal, Pedro Luxen y Fabián Leguizamón, el nuevo diputado proveniente del Ministerio de Gobierno no asumió; cargó las maletas y junto a su familia, partió para el norte del país.
En la Cámara, entonces y con la negativa de la diputada Claudia Barrientos (Por Santa Cruz) de dar su aprobación, quedaron 12 diputados por la negativa y 11 por la aprobación. Al menos, el oficialismo buscaba que Barrientos bajara su voto negativo para que haya paridad y el Presidente de la Cámara, Fabián Leguizamón, desempatara.
Las fuentes del gobierno provincial consultadas por OPI, aseguran que el enojo de Vidal, quien estaba en Caleta Olivia, fue total. “A Barrientos le ofrecieron lo que quisiera – dijo nuestra fuente – y “lo que quisiera” era “lo que quisiera” ¿No se si se entiende”?, nos señalaron, agregando que desde cargos hasta dinero sin límite, fue parte de ese ofrecimiento.
A pesar de todo, la diputada Barrientos sostuvo su voto negativo y produjo un cisma que terminó en un fracaso político para el gobernador quien no logró su cometido lo cual es parte de un compromiso con el presidente Milei; pero hay algo aún peor: ahora tiene a los sindicatos convencidos de que van a poder opinar en la reformulación del proyecto lo cual es falso: el texto armado el jueves no tiene estado parlamentario y cuando los dirigentes tomen conocimiento de la verdadera situación, se producirá un enojo mayor aún, por cuanto van a descubrir que fueron engañados y lo peor: innecesariamente. Los diputados del oficialismo no tenían necesidad de hacerlo.
Ahora la réplica será más fuerte
Si los sindicatos se sentían molestos y contrarios a la aplicación del RIGI en Santa Cruz, sin tener la mínima intervención en el armado del proyecto, ahora que los diputados le ofrecieron intervenir y “consensuar” un nuevo texto (aunque el mismo es redundante y el gobernador se guarda la potestad de hacer lo que se le ocurra, como ya lo analizamos su texto en nota anterior), cuando se enteren que es toda una falacia para ganar tiempo y llegar al día 12 de diciembre, donde aprobarán el original, sin duda el clima social-sindical y político se va a crispar en la provincia.
“Lo vigente es lo que está para votar por el articulo 64, no hay otro proyecto – nos aseguraron desde adentro de la Legislatura- Lo que le dieron a los gremios no tiene validez, no tiene estado parlamentario y fue armado de apuro por los diputados para que no los puteen”, dijo la fuente.
El enojo del gobernador, parte de un error del propio diputado Piero Bofi, quien en la primera reunión de las tres que mantuvieron los legisladores el día jueves con los gremios, les dijo que el oficialismo “no tenía las manos”. El enojo del Gobernador está anclado en el hecho de que su propia tropa abrió una puerta que debería haber permanecido cerrada: el compromiso con los sindicatos.
Ninguno de los diputados del oficialismo, alcanzó a medir apropiadamente la voluntad de Barrientos, de quien dependía la aprobación o no del proyecto. Ninguno creyó posible que la diputada sostendría su voto negativo. “Ellos mismos (Bofi, Españón y Leguizamón) se entramparon con los gremios; son los que les entregaron ese texto sin valor y ahora los tienen adentro y el gobernador arriba”, remarcó la fuente consultada.
Lo que va a pasar
El día 12 en la última sesión aparecerá Pedro Luxen en la Cámara y aún, suponiendo que la diputada Barrientos mantenga su posición negativa contra el proyecto, se producirá un empate de 12 a 12, con lo cual el Ejecutivo confía que Fabián Leguizamón, con su voto, desempatará en su favor.
Luego de las desavenencias obvias que hay entre Leguizamón, Vidal y Luxen, la pregunta es si el presidente de la Cámara jugará todo su capital político aprobando un proyecto con alta resistencia popular y especialmente sindical?.
Leguizamón, es uno de los integrantes de Por Santa Cruz, que mantiene una imagen positiva más sustentable que los demás y ésta decisión lo pondría en una seria disyuntiva: responder a la alianza política con el gobernador y perder capital político propio o anteponerse al Ejecutivo y salir eyectado de la presidencia de la Cámara, una opción que no está lejos de suceder, con la llegada de Pedro Luxen a la Legislatura.
Si algo le faltaba a este culebrón político, aparecieron las declaraciones del diputado Fernando Españón, diciendo que son dialoguistas y buscan consensos, razón por lo cual y para encontrar puntos intermedios con los sindicatos, bajaron la sesión.
Es una mentira total y evidente. La caída de la sesión, como lo explicamos, se produjo porque no tenían las manos (además esto fue confirmado a los gremios por el propio Bofi).
Ahora y de acuerdo a información desde adentro de la legislatura, la oposición está armando un “nuevo proyecto de RIGI”, el cual lo hará con acuerdo de los gremios y lo presentará el día 12 de diciembre para que sea tratado sobre tablas.
Si el oficialismo se niega a hacerlo, es porque están decididos a aprobar el mismo proyecto que el día jueves último cuestionaron los sindicatos, quienes, seguramente, estarán presentes ese día en el recinto.
¿Será un triunfo o una derrota?
Si como prevemos va a ocurrir, el gobierno obtendrá la aprobación del RIGI tal como lo exige Milei, será una victoria pírrica, como aquella del Rey Pirro de Epiro quien derrotó a los Romanos a costa de todo su ejército.
La parábola aplicada a la realidad política de Santa Cruz es que los diputados de Por Santa Cruz han llevado a Claudio Vidal a aprobar el RIGI el día 12 de diciembre a pesar de cualquier falso acuerdo previo y a costa de la pérdida de imagen pública y descreimiento total sobre sus acciones futuras, con el agravante de haber manoseado la relación con los sindicatos de por si frágil, produciendo engaños y promesas que mellan profundamente la confianza con el gobierno.
El Gobernador, como sindicalista que es, sabe perfectamente cómo y de qué manera éstas cuestiones marcan una ruptura definitiva entre el sindicalismo y los sectores del poder y demuele, especialmente, la credibilidad y la confianza en todas y cada una de las acciones que se emprendan en el futuro, lo que literalmente se transforma en el hito de una gestión e implica cambios sustanciales en las relaciones personales y/o políticas e institucionales lo cual se denomina coloquialmente como “un antes y un después”.
Agencia OPI Santa Cruz