Hoy, en la novena entrega de “Hacia adelante: historias que motivan e inspiran”, el Diario Nuevo Día te cuenta la historia de Vilma: las dificultades que le tocó atravesar desde pequeña, el momento en que descubrió su enfermedad, cómo el deporte la salvó en varios aspectos de su vida, su familia, su presente, sus metas, y proyectos a futuro.

“Lo primero que le pregunté a mi doctora cuando me confirmaron que tenía cáncer de mama, fue si podía seguir entrenando y ella me autorizó. Así fue que 2 o 3 días después de cada sesión de quimioterapia, pese al malestar y dolor físico propio del tratamiento, salía a trotar en el rango de los 500 metros permitidos en plena pandemia. Eso me cambiaba el humor, me da energía y mucha felicidad”, recuerda Vilma “la turca” Monsalvo (52), una paciente oncológica fanática del running oriunda de Los Antiguos, que supo encontrar en el deporte algo más que un estilo de vida saludable, que la ayuda a transitar dicha enfermedad con una actitud positiva, digna de admiración y respeto.

Nacida en Los Antiguos, Vilma se crió con su madre –que en vida fuera enfermera- mientras su padre –policía- se desempeñaba en Río Gallegos, y vivió su infancia esa localidad hasta cumplir los 10 años. A esa edad se mudó a la capital santacruceña para cursar el nivel secundario.

Durante esa época solía viajar frecuentemente a su ciudad natal para reencontrarse con sus hermanas menores. En este contexto, tuvo una vida difícil debido al desarraigo temprano; atravesó situaciones de abusos; perdió a su madre, a sus tíos y a varios amigos a raíz del cáncer; se separó y le tocó hacerse cargo de su familia por si sola.

Actualmente es madre de cuatro hijos y trabaja como personal de salud en la obra social santacruceña, una de las pocas que ofrece cobertura al 100% en tratamiento y medicación para pacientes oncológicos.

En el 2019 mientras Vilma se realizaba un autoexamen en su casa, detectó un pequeño bulto en la mama izquierda y le hizo seguimiento hasta que, en febrero de 2020, una ginecóloga amiga que trabajaba junto a ella en el Hospital, la mandó a hacerse una ecografía en la cual le hallaron un tumor. Inmediatamente viajó a la capital santacruceña para verificar el diagnóstico, donde se corroboró que se trataba de un cáncer avanzado (en estadío 5) con metástasis axilar.

Ante este alarmante panorama, los médicos le practicaron una cirugía mediante la cual le extirparon el tumor y los ganglios afectados, que fueron enviados a Buenos Aires para el análisis correspondiente.

“Ya con los resultados de la biopsia, inicié el tratamiento de 24 sesiones de quimioterapia por el lapso de un año, en el Centro de Medicina Nuclear de la Patagonia Austral. Luego hice 30 sesiones más, esta vez de radioterapia. Si bien nunca pensé que podía ser tan grave, en cierto punto ya estaba familiarizada con estos términos por mi trabajo. Fue un proceso largo y duro pero lo transité bastante bien pese a todo. Perdí el cabello, estuve hinchada, tuve náuseas y dolor articular, pero por suerte lo toleré. Además esto sucedió en plena pandemia cuando se dificultaba transitar y había que tener permisos hasta para ir al médico. Tuve contención por parte de mi familia, psicológica profesional, de mis amigas y otras pacientes del ‘Grupo de Ayuda Mutua Buen Día Vida’, que me guiaron, escucharon, ayudaron y asesoraron con respecto a la parte médica e incluso legal”, admitió.

El deporte como herramienta para sanar

El deporte entró en la vida de Vilma hace mucho tiempo pero hace 13 años que empezó a correr de manera constante. Antes iba al gimnasio, pero hoy en día además de correr hace natación, pesas, crossfit y remo en el verano.

“En principio lo hacía para distraerme y salir de la rutina. Todo empezó cuando me lesioné una rodilla y tuve que fortalecer los músculos andando en bicicleta y corriendo. Así fue que un día me invitaron a participar de mi primera maratón en Los Antiguos y logré subirme al podio. De ahí en más me lo empecé a tomar en serio y nunca más dejé de correr, excepto el mes de reposo postoperatorio. En año ese me sumé al grupo IACO Running Team con el que entreno 6 veces por semana para carreras de calle y de montaña, con un nivel bastante exigente”, explicó.

“El deporte sana y cura. Si estás triste te hace sentir mejor, además de todos los beneficios que conlleva. Cuando me toca hacerme chequeos voy con mi ropa deportiva y de ahí salgo directamente a entrenar. Siempre trato de incentivar a los demás a animarse y aunque veces cuesta, logré convencer a algunos. Es cuestión de disciplina y constancia. Te permite desconectarte y enfocarte en el ‘ahora’. También tuve la oportunidad de participar del evento Dexter Puma sobre cáncer y deporte, donde conté mi experiencia. Correr en El Chaltén después de la pandemia también fue muy emotivo. Conocí mucha gente hermosa en esta actividad”, remarcó.

Sus metas y proyectos a futuro

Por último, Vilma expresó con una sonrisa y optimismo, su visión a futuro: “Me gustaría seguir corriendo hasta llegar a los 70 años, quiero terminar mi casa en Los Antiguos para tener mi lugar en el mundo, seguir viajando, conocer nuevos lugares, personas, poder disfrutar de mi padre, mi pareja y mis amigos. Espero que mis hijos sean felices, progresen, poder seguir viendo crecer a mis nietos, que estudien y sean personas de bien. Hay que vivir el día a día, disfrutar y recordarle siempre a tus afectos cuanto los querés. A aquellas personas que están atravesando el cáncer les diría que hay que luchar siempre, no bajar los brazos aunque a veces tengamos miedo, no decaer, rodearse de gente positiva y saber que también se puede superar esta enfermedad”.

El Diario Nuevo Día

Por Infomix

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