Contrariamente a lo que dijo el presidente Alberto Fernández, de la libertad de prensa no se puede abusar, es como si juzgamos que una persona de 90 años, abusa de vivir.
La libertad es inherente al ser humano, es el segundo derecho inalienable después de la vida. Se ejerce o no, se toma o se deja, pero nadie puede ser más o menos libre.
El concepto de “periodismo” ha sido siempre el mismo desde el inicio de los tiempos y se fue modelando o adaptando en cuanto a reformulaciones conceptuales de la propia profesión, aspectos tecnológicos o metodológicos, pero lo que ha permanecido incólume es el concepto de libertad para ejercerlo. Ahora bien, esa libertad, inherente a la profesión, está ahí y precisamente por su fundamento intrínseco, nadie la impone, se ejerce.
Cuando por razones política o económicas el periodista se autolimita o deviene en militante de una causa, deja en parte de ser libre o al menos goza de una libertad condicionada, por lo tanto, es como estar “medio preso” o “medio libre” de si mismo, un concepto que como el de “abuso de libertad” mencionado por el presidente, suena a un neologismo acuñado en el marco de la posverdad, para justificar esa resistencia a ser completamente libres y autoconvencerse de que a pesar de todo lo que calla y encubre, sigue ejerciendo la libertad desde el periodismo.
Muchos creen que el periodismo es una actividad superlativa, suprema e impoluta. Nada más equivocado. El periodismo es solo una actividad humana más, con todos los defectos y virtudes que le caben a cualquier actividad social y no está exenta de yerros, manipulaciones, complicaciones, limitaciones, partidismos y compra-venta.
Existe una declaración de principios donde el mayor y más claro de ellos es la libertad. Su uso es público y gratuito, pero para construir un periodismo de calidad, es fundamental que sea libre en el más amplio sentido de la palabra.
Pero ser libre cuesta, ya sea por lo que se pierde en el camino en ánimo de defender ciertas convicciones o por relegar comodidad o una vida mejor (económicamente hablando) cuando el periodista no cede al recorte de ese bien intangible que cada profesional de los medios hereda cuando sale de una facultad que es: la libertad de decir, opinar, analizar o investigar, es decir, ejercer en plenitud de la Libertad de Prensa.
Una frase tan obvia como redundante expresa: “la libertad es libre” y no es una tontería al azar, es una figura retórica que explica sencillamente que las limitaciones con las que cada uno interprete esa libertad, es propia de la conciencia de cada periodista y de la forma en que decida ejercerla.
A todos los colegas, feliz día del periodista.
Ruben Lasagno para OPI Santa Cruz