El psicólogo Marcos Olave abordó la problemática del suicidio desde su experiencia en Las Heras. Reivindicó ante La Opinión Austral la creación del CeMais como respuesta local, criticó la estigmatización que aún pesa sobre la comunidad y sostuvo que “el silencio no salva vidas: tenemos que hablar del suicidio”.
l Lic. Marcos Olave, psicólogo nacido en Las Heras, se presentó en diálogo con La Opinión Austral como profesional matriculado en la provincia de Santa Cruz (M.P. 536), docente y diplomado en Suicidiología. Desde esa formación, pero también desde la vivencia personal de haber crecido en una comunidad atravesada por el estigma, habló sobre la necesidad de derribar mitos, poner en palabras lo que todavía es tabú y consolidar factores protectores que salven vidas.
Cada 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Suicidio. Los colores elegidos para las campañas no son casuales. El amarillo, usado en varios países, recuerda la historia de un joven que se quitó la vida tras haber impulsado un proyecto con ese distintivo tono. El naranja, promovido por la Organización Mundial de la Salud, busca transmitir vitalidad y esperanza. Para Olave, lo relevante no es la discusión cromática sino el mensaje: “Debemos hablar de prevención, de salud y de vida. Cuando discutimos sobre un color, tenemos que saber qué historia cargamos detrás de ese color”.
Hablar, poner palabras, fue una de las ideas que más repitió durante el encuentro. En un tema donde el silencio pesa, insistió en que el suicidio no debe seguir siendo tabú. “Tenemos que hablar del suicidio. El silencio y el miedo no salvan vidas. La información, la escucha y los vínculos, sí”, afirmó.
El psicólogo recordó que Las Heras, su ciudad natal, atravesó un estigma doloroso en los años 2000, cuando una publicación literaria instaló la etiqueta de “capital del suicidio adolescente”. El rótulo se propagó en medios nacionales sin estadísticas confiables, y todavía hoy aparece en buscadores de internet asociado al nombre de la localidad. El investigador Milton Riquelme, de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral, estudió todos los registros judiciales desde los años 70 hasta 2007 y en 2016 demostró que Las Heras no tenía la tasa más alta de suicidios en la provincia. Sin embargo, la marca social quedó impregnada.
Olave evocó cómo en aquel tiempo circulaban rumores de sectas, explicaciones religiosas o sobrenaturales y discursos que generaban miedo. “Como comunidad fuimos víctimas de un estigma arbitrario, y eso todavía pesa”, dijo. La dimensión del problema se amplificaba en una ciudad pequeña: cada caso se conocía, cada familia atravesaba el dolor a la vista de todos, y los rumores multiplicaban la desinformación.
Frente a ese contexto, Las Heras tomó una decisión pionera: la creación del Centro Municipal de Abordaje Integral del Suicidio (CeMais). Olave relató que lo pensó primero como un deseo personal, como una idea que alguna vez había escrito en un papel, y que años después se convirtió en una realidad. “El CeMais fue un sueño que alguna vez escribí y hoy es realidad”, recordó. Para él, haber redactado ese proyecto y verlo concretado como política pública fue una de las experiencias más significativas de su carrera.
La experiencia del CeMais generó vínculos con otras localidades de Santa Cruz y del sur de Chubut, que empezaron a mirar el modelo como un antecedente a seguir. Sin embargo, Olave advirtió que todavía hay comunidades que carecen de dispositivos básicos. “Muchos pueblos no tienen recursos humanos suficientes ni equipos preparados para abordar la problemática. La prevención exige articular esfuerzos, compartir experiencias y pedir ayuda cuando no alcanzan las herramientas locales”, planteó.
En ese marco, también remarcó la importancia de los medios de comunicación. Explicó que la forma en que se transmite una noticia puede tener impacto directo en la salud pública. “No se deben usar palabras que magnifican como tragedia o fatal desenlace”, insistió. La OMS recomienda evitar la descripción de métodos, no presentar el suicidio como salida romántica o heroica, y siempre acompañar con contactos de ayuda. “El título y la imagen que acompañan una noticia pueden salvar o destruir vidas. Cada periodista debería conocer estas recomendaciones, que están disponibles en la web y son muy fáciles de consultar”, subrayó.
Durante la entrevista también citó al Lic. Ernesto Páez, uno de los autores de la Ley Nacional de Prevención del Suicidio, a quien reconoció como formador y referente en capacitaciones. Para Olave, apoyarse en marcos legales nacionales y en investigaciones locales es clave para transformar las experiencias comunitarias en políticas de salud pública sostenibles.
Olave detalló además que el suicidio no puede explicarse con un único factor: es una problemática multicausal que atraviesa lo biológico, lo social, lo laboral y lo familiar. Entre los grupos más vulnerables mencionó a los adolescentes y jóvenes adultos, a las víctimas de violencia de género y de bullying escolar, a las personas privadas de libertad, a los integrantes de fuerzas de seguridad que conviven con armas y a la comunidad LGBTIQ+. “No se trata de poblaciones condenadas, sino de sectores donde confluyen factores que aumentan la vulnerabilidad”, aclaró.
Pero también habló de prevención y de cómo se construyen factores protectores. La primera barrera, sostuvo, está en el hogar. “Muchos padres traen a sus hijos porque no hablan o se aíslan, pero la pregunta es qué vínculos hemos construido para que se sientan escuchados y validados”, explicó. Para él, la verdadera prevención requiere escucha genuina, confianza y acompañamiento cotidiano. Cuando existen vínculos saludables, muchas veces la necesidad de recurrir al consultorio es menor.
Los factores protectores también se generan en la comunidad. Olave valoró los avances edilicios y la creación de espacios culturales y deportivos en Las Heras, que fortalecen el sentido de pertenencia. “Todo lo que genere participación y encuentro, desde un club hasta una feria del libro, es prevención en sí misma”, señaló.
A pesar de los esfuerzos, todavía circulan mitos dañinos: que todos los que se suicidan están locos, que los pueblos cargan maldiciones, que existen causas sobrenaturales. Para Olave, la tarea es derribar esas creencias con información correcta y, sobre todo, con trabajo territorial. “No alcanza con un flyer en redes sociales. Hay que estar en las escuelas, en los clubes, en cada espacio de la comunidad. La prevención se hace cara a cara”, remarcó.
En su análisis también se detuvo en los contextos históricos. Recordó que los picos de suicidios suelen coincidir con crisis económicas o sanitarias. “Las sociedades atraviesan momentos complejos, y ahí aumentan las vulnerabilidades”, apuntó. Por eso, insistió en que la prevención del suicidio no depende solo del consultorio, sino de la capacidad de toda una sociedad para sostener lazos y redes comunitarias.
“El suicidio no es solo una cuestión de salud mental individual, es una problemática comunitaria y prevenible”, resumió Olave hacia el final de la charla. Para él, la responsabilidad es compartida: familias, instituciones, medios de comunicación y Estado. “Si fortalecemos vínculos y generamos factores protectores, podemos salvar vidas”, concluyó.
La Opinión Austral